domingo, 26 de octubre de 2008

Otro ensayo sobre la modernidad

Este trabajo, aunque rebosa indiferencia, está en la linea de libros imprescindibles- curiosamente casi todos bestsellers, casi todos los cuales he leído- si hemos tenido la extrañeza de elegir cualquier rama de las humanidades en la educación superior.

Entre dichos libros están Las Ciencias Sociales como Brujería Barata de Stanislav Andrevski, The Metaphysical Club de Louis Menand, La tabla rasa o la negación moderna de la naturaleza humana de Steven Pinker, Fashionable Nonsense; Postmodern Intellectuals' Abuse of Science de Alan Sokal y Jean Bricmont, The Philosophy of Mass Art de Noël Carroll, y hasta cierto punto The Roots of Romanticism de Isaiah Berlin.

Este post entra en la línea de posts serios, con este ya son dos y medio y son los que han librado el blog de los trolls. Saqué sobresaliente, pero eso es como desechar el trabajo estando este en una asignatura de cuatro créditos. Tampoco se puede entusiasmar un profesor que enseña algo tan desagradable como el modernismo; simplemente me sentía ofendido y actué en consecuencia.

Es extraña la objetualidad de la obra de arte de la que hablaba en T.S. Eliot, y es lo que condena a Cahiers a tener una historia tan desagradable. Si a los historiadores sólo los quiere la enseñanza, esos 1500 euros de los 11000 de la matrícula, quizá no les quiere nadie. Si encima nos dedicamos a ponerle un énfasis tan prolongado al autor en lo que sería una teoría 1. expresivista de 2. la objetualidad de la obra de arte, nos condenamos a un trabajo realmente extraño, que juega con nuestras emociones, que nos las lían para que luego tengamos que recurrir al psicólogo y después a la biología. Nos entrenan a estar felices en la infelicidad, a decir horror vacui con una sonrisa en clase, lado a lado que nos gusta Thoreau o que el Quijote no se lee porque se obliga su lectura (!) y es un ritmo de vida que yo no puedo mantener, habiendo pertenecido al underground ubuesco, Jack Smithisco, sin conexión a esa objetualidad y por lo cual las películas elegidas de Una retórica del amor son errores (Shara, sencillamente, es pesada, inaguantable, aburrida, depresiva) porque sencillamente envejezco, no tomo drogas ni alcohol, no dependo de ingresos de la objetualidad y me debo, soy, pertenezco- y por lo menos me quedan- mis orígenes, que en mi caso conllevan mucha suerte o cuyas palabras Dylanescas (the roots, man, o algo que decía entre tanto exceso mediocre de cocaína cuando volvía al judaismo) me encuentro hablando despues del extraño giro contra el copyright, cuando siempre me había burlado de ellas. O como decía Elvis Costello, Bruce Springsteen romanticizes the street but I live in fucking Hounslaw. Tampoco se puede decir que tenga la fuerza anímica pero al mismo tiempo es un mundo extraño del que salgo y que no está al ritmo de la mayoría de la humanidad, es un mundo que se aliena a sí mismo por obviedades de la misma envergadura que es imposible, en el tiempo libre, apoyar una moción contra Carlos Boyero.

En efecto, tengo la impresión de que se acabaron las películas, el sueño del humanismo, Rico, Riquer, Humboldt.. y que nos debemos a nuestros quehaceres privados consagrados. El problema es que la mayoría no provenimos de la imitatio de una estructura en la que la muerte como condición universal de Steiner no es tal cuando en la clase contigua hablan de la sociedad posmetafísica. Ayer me pasé por youtube intentando descifrar que me había llevado a ver películas y leer libros tan desagradables en mi tiempo libre y no pude. Veía una escena tras otra de películas de los años 70 y 80 de Woody Allen y me decía que de alguna manera tenía sentido esa adolescencia tan despreocupada y hippiesca. Y la tiene.

El jueves hizo viento en Madrid y como siempre me he considerado extremadamente guapo me da un aspecto de león. Es mi condición metereológica favorita- playera- y soy el maestro de la tristeza en Occidente. ¡Un saludo!

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sábado, 18 de octubre de 2008

El Simbolismo y El Pensamiento Débil

Es una pena que la penúltima Julieta haya sido confirmada como Fernando Ganzo, futuro catedrático de alguna universidad dentro de cuarenta años y hasta entonces profesor suplente, titular o auxiliar, al que es muy fácil cabrear llamándole Warhol o posmodernista.

A la última Julieta, tía, sólo puedo decir que si quieres decirme que quieres jugar al ajedrez me lo tendrás q indicar de alguna manera más inmediata, que no estoy pendiente de mi blog 24/7 y me llegan a mi correo electrónico, cuyo clickeo es practicamente la última manía que me queda en internet.

Para este trabajo me zampé todas las clases sobre Mallarmé y todo tipo de nihilismos sintácticos, sintagmáticos, semánticos, estructuralistas etc en unas clases donde el realismo daba risa y el simbolismo estaba pirado. Al final hizo mella, pero hasta Keith Richards no podría con tanto cinismo. El profesor estaba bien pero sólo cuando no hablaba del programa, lo cual era frecuente, y cuando hablaba de anécdotas tanto dentro del programa como fuera, y también porque no ponía una cara tan yuppy y yippy al asunto.

Por lo visto, la única manera de mantenerlas como espíritu- como el que dice 'no he leído a Hegel, ¡pero lo respeto!', que por cierto son personas que dan mucho miedo-, y ya cuando prosiguió el año y sin darme cuenta me metí en otra asignatura calcada me retiré a mi casa a aburrirme ante tanto fumador de porros que se creía que iba yo a ser el Federayabandiano- ¡hasta lo confundió con Popper!- o el apologista del caos ante un posmodernismo que daba puta pena.

Cuando existen especímenes capaces de elegir las mismas asignaturas en grupo y hasta a repetir las de su director de tesis, que tanto odian ir a clase pero cuyo sustento, curiosamente, es hablar de una Dantiana puesta en escena del pensamiento débil más rancio- ¡para eso ya tuvimos a Pasolini!, mientras rezan por huir de una universidad con salidas laborales y sueñan con una universidad con trabajos disponibles para hablar sobre ¡el destino de Europa!, ¡lo cercano que están los estudios literarios a la vida!, ¡lo similar que es un partido de fútbol a Leni Riefenstahl!- como dice el resistente Quintana- vamos Warholillos de pacotilla A ESTAS ALTURAS ¡profesores de escritura creativa! que te dicen lo ¡guay!- vamos, parecen Kenneth Anger- que es el atolladero de su escepticismo capaces de montarse al tren de Jurgen Habermas cuando no son más que variaciones deontológicas del típico Paul de Man en el que derivan, como si lo único que quedase fuese una mezcla de sofismo y sátira- ¡de niños del primer mundo!, ¡debe de ser ese 'tercer estado' de T.S. Eliot y Poe!- y no es un síntoma de mi universidad, faltaría más, sino de toda la teoría literaria universitaria europea y, por extensión, de la vida en general. En suma, menos Fanon, Heidegger y Goethe y más Hayek, Descartes y Spinoza. Y no deja de tener gracia lo de Hayek en estos tiempos, de ¡oh! chaqueterismo intelectual donde en el fondo a todos sólo nos interesa el dinero ¡oh sorpresa!

Menos Warhol y más Faithfull. Y la lección como siempre, curiosa viniendo de aquí, es don't look back. Saqué sobresaliente, como en el trabajo sobre Cahiers. ¡Un saludo!

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sábado, 11 de octubre de 2008

Cahiers du Cinèma, La Empresa

Publicada hace meses en el último santuario que le queda a Cahiers, este trabajo concibe a esta revista no como un mundo abierto a nuevas posibilidades sino como un mero género literario más, como una empresa con dificultades económicas frente a otras empresas a las que no consigue influir, como si fuese una asociación de ciegos quejándose de Saramago. No concibo, y no voy a parar de repetirlo, juegos de lenguaje más allá de los que empleamos.

Cahiers es, como la película Before Sunset, una especie de broma. Mucha foto y postal, pero el negro sobre blanco lleva un arrastre de cuidado que la imposibilita de cualquier realidad de primer orden.

Hay de todo, los que estén en contra mía o de lo que digo tienen mi cita a One Too Many Mornings, tanto la inicial como la final, los que se quieran partir de risa tienen mi cita a the Rhetoric of Economics, y los que quieran pasar por existencialistas en su departamento tienen mis citas a Fish y Abrams. Pero eso no quita la severa humillación que sufre dicha revista en mis manos. ¡Un saludo!

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sábado, 4 de octubre de 2008

El Cierre

Concretamente este trabajo estipula la división de dos maneras de decir lo que al principio eran la misma cosa, lo que al final son la misma cosa, pero ni al principio, ni a mitad, ni al final son, al cabo, la misma cosa. Difusamente hablan de dos avenidas que tomaron la literatura contemporánea en torno al cine y lo encharcados que están los de Phantasms y de lo dispersos que están los de Disclosure. Claro que no se le puede pedir a un científico específico que te defienda la validez de las ciencias; eso sería pedir demasiado a la gnoseología. 1, No es tan malo ser un groupie. 2, ¿Es tan difícil de entender que alguien vaya a algo específico y se interese por algo específico, y hable de algo específico y a alguien específico? La crítica, y no me refiero a la crítica de cine, no existe. Ni falta que hace.

Sin atacar ni perder el respeto de (no estoy hablando de por) las dos comunidades, para cinéfilos sirve para no ser cinéfilos y para no cinéfilos sirve para ser cinéfilos. Aunque esté amontonado, mal explicado, mal inciado, mal explorado y haya cogido un notable alto de un profesor del cual se dice que da notas estrictas no como el resto que es un cachondeo- dicen (claro que le había prometido añadir el de Nicole Brenez, pero al final no tuve ganas), le tengo bastante cariño a este ensayo, especialmente a la última página. El error de la presentación de una retórica del amor fue hablar del psicoanálisis; claro, la mente la tenía en otra parte- veis, ya parezco, perezco en, el gillipollas de Lacan, el continuador agillipollado del gillipollas de Descartes, anulando la comuna de gillipollez en una disolución abierta a la no gillipollez. El final también se puede dedicar a mi amiga Julieta.

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